viernes, 1 de febrero de 2008

Capítulo 2º


Capítulo 2º.

Jess Franco director

En 1965 le llama Orson Welles para dirigir la segunda unidad de su película “Campanadas a medianoche”. Luego prefiere rodar en el extranjero a un ritmo frenético de seis o siete películas por año; un peregrinaje para dirigir películas en países como Francia, Portugal, Alemania y donde fuera, por lo que ha sido ‘el vagabundo del horror’. Jess siempre se ha lamentado amargamente de que su obra ha sido más reconocida en todos los videoclubes del extranjero que en España, o sea, que definitivamente no ha sido profeta en su tierra.


En esta época consiguió uno de sus grandes éxitos a nivel internacional, “ El Necronomicón”. Esta película producida en 1967 rinde homenaje a Lovecraft y a uno de sus ídolos: el marqués de Sade. Para Franco el marqués es un verdadero revolucionario, el icono de la libertad total de expresión, en el cual se reconoce.

La película estuvo seleccionada para el festival de Berlín y Roger Corman al verla se interesó por Jesús y le ayudó a comenzar una gran carrera cinematográfica en Estados Unidos, donde se encuentran en la actualidad sus más numerosos grupos de fans.

El origen del “Necronomicón” de Jess Franco fue un curioso encargo de un productor alemán que le pidió hacer una película moderna de terror y erotismo. En la breve fase de documentación descubrió que el famoso Abdul Alhazred no era un invento de Lovecraft, sino que ese hombre realmente existió, vivió en Córdoba en el siglo XVI y escribió un libro lleno de parábolas sobre la pervivencia de los muertos en nuestro mundo al que llamó Necronomicón. Naturalmente, a ese Alhazred le quemaron en la hoguera junto a su libro, pero alguien salvó una parte, que al parecer se repartió entre la biblioteca de la Universidad de Sevilla y la de la Universidad de Ginebra. Jess pudo leer esa parte salvada y de una de esas parábolas, contenida en tres páginas de una belleza extraordinaria, surgió la película. Rodó la película con esas tres páginas en el bolsillo, sin guión previo y con una estructura que se improvisaba cada día.

El ‘Necronomicón’ narra formalmente las fantasías de Janinie, una bailarina de strip-tease, en unos escenarios espectrales y sadomasoquistas. Aunque en el fondo se nos revela como una curiosidad surrealista en que destacan los delirios oníricos y esquizofrénicos entre sesiones de psicoanálisis. Los juegos de palabras enmarcan las atrevidas escenas eróticas que vistas con perspectiva son un claro homenaje a su admirado Buñuel.
A partir de entonces se entregó enteramente al cine de terror con películas como “El Conde Drácula” (1970) y “Drácula contra Frankenstein”(1972) , que se han convertido en clásicos del género. Atraído severamente por lo erótico, en sus películas de terror siempre aparecían vírgenes y vampiras desnudas en explícitas escenas de juegos sadomasoquistas Así empieza a tejer los fragmentos de una gran historia que siempre es la misma: una joven que es secuestrada y llevada a un lugar extraño, donde los secuestradores la violan de mil modos diversos. A su rescate acude el héroe que no puede evitar asistir al excitante momento en que ella es encadenada con los brazos en alto y violada salvajemente, casi siempre en el fondo de una cueva.

Y entonces llega una película rompedora,"Vampyros Lesbos". En una época dominada por el cine de la Hammer, las vampiras de Jess hacen topless en la playa y se exhiben excitantemente sexis y ligeritas de ropa. En esta película Jesús Franco muestra su verdadero estilo, mezcla de horror y sexo, que configura su particular género del “Horrótika”. Los panoramas de sangre y semen marcan las directrices de este nuevo modelo cinematográfico. En la Edad Media el simbolismo cristiano ya distinguía entre ‘nuditas virtualis’, pureza e inocencia, y ‘nuditas criminalis’, lujuria o vanidosa exhibición. El desnudo que nos ofrece Jess provoca siempre una emoción equívoca, pues si por una parte nos eleva hacia la pura belleza estética, por otra nos sumerge en los fondos irracionales insensibles a lo intelectual.

Las vampiras de Jess constituirán el eje central de sus películas. Son figuras del amor y la muerte que sirviéndose del deseo consuman sus acciones maléficas y en su sexualidad muestran el sentido orgasmático del dolor. El mordisco de las vampiras constituye el clímax de las aberraciones sexuales como afirmaciones mágicas, al mismo tiempo que las victimas actúan como videntes que deben ser excitadas para recargar sus facultades y rociar en un intenso final al héroe franquiano con sus dones áureos.


Terror gótico-erótico y surrealista, la base de la horrótika de tío Jess, que aparece en la película, como en otras ocasiones, en un pequeño papel de sádico perverso. En la película Linda tiene que viajar a una isla por trabajo donde le espera la Condesa Nadine, lo que ella no imagina es que dicha Condesa es descendiente del mismísimo Conde Drácula y que además de su sangre desea otra cosa. La acción sigue los cánones de la mayoría de las películas de Franco, unas danzas eróticas en un club y un misterio.

La protagonista de Vampiros Lesbos fue Soledad Miranda. De apariencia débil, su físico desprendía una combinación de dulzura y erotismo capaz de convertir su inocencia en la más inquietante perversidad. Debutó en el cine a los 17 años y a partir de 1970 se convirtió en la musa de Jesús Franco apareciendo en todas sus películas. En ésta etapa, debido a la censura, las películas se rodaban en doble versión, una española y otra para el resto de países. En estas versiones decidió utilizar el pseudónimo de Susan Korda, debido al alto contenido erótico de las mismas.

Franco se enamoró de aquella maravillosa actriz, y podía haber filmado con ella hasta el infinito, pero en el verano de 1970 viajaba por la carretera de Estoril a Lisboa con su marido, y en un adelantamiento no vio a un vehículo de carga que circulaba en sentido contrario. Se estrelló y la colisión fue tan violenta que Soledad Miranda, que acababa de cumplir 27 años y de concluir el rodaje de “El diablo que vino de Akasawa”, una coproducción franco-germana filmada en doble versión y dirigida por Jesús Franco, sufrió graves fracturas en el cráneo y la columna vertebral y falleció horas después en el Hospital de la Cruz Roja de la capital portuguesa donde fue enterrada.

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