Ayer, después de 88 días furiosos, acabé de visionar la película de Jess Franco llamada ‘La Fille de Drácula’. Fue curioso, porque la película estaba en francés y subtitulada en inglés, pero estas cosas son lo normal en el caso de Jess, en que lo importante es la atmósfera franquiana, y donde conociendo todas las referencias y aparato simbólico del cineasta basta para entenderlo todo.
Esta película de 1972 lleva las etiquetas de Lesbian Sex, Female Nudity , Lesbianism, Beautiful Woman y Female Vampire, con lo cual nos hacemos una idea de su contenido. Una vez más conjuga varios de sus elementos significativos: la mujer vampiro, las vistas de la playa, y por supuesto, el imprescindible número del cabaret en que aparece una sinuosa bailarina sensualmente interesante a la vista, y los atentos ojos de unos espectadores mirones. Creo que no existe una película de Jess sin esta escena del cabaret y los mirones, porque si no aparece nos la podemos imaginar fácilmente. De hecho esta escena mitifica al Gran Voyeur que todos llevamos dentro, por lo menos los seguidores de Jess, que nos obliga a disfrutar de los cuerpos desnudos y ritos eróticos en la oscuridad.
El original argumento relata la historia de una joven, Luisa Karlstein, que visita a su tía en el lecho de muerte, la cual entre lamentos agónicos revela a la joven la maldición de la familia: el primer conde era un vampiro. Entonces aparece en escena el increíble Conde Howar Vernon, en el papel de Conde Karlstein, que en la filmografía de Jess es lo mismo que decir Conde Drácula. En realidad no se aprecia bien si es realmente Howar o una máscara de Howar caracterizado de Drácula, eso sí, increíble la caracterización… se tiene que ver, y yo apostaría que es el mejor de todos los Dráculas que he visto, lástima que Howar no entre en acción, seguramente rodó los planos un fin de semana en su casa para que Jess los insertara en la película.
También es característico de Jess su aparición como uno de los personajes, en este caso como Cyril Jefferson, que representa una especie de ocultista con el síndrome de Casandra. Las protagonistas femeninas que nos deleitan con sus escenas lésbicas són Britt Nichols y Anne Libert, de la cual se hace buena referencia en otros blogs.
Como es natural Jess nos relata una historia en que lo importante no es el argumento, de hecho los personajes están inmersos en un misterio, pero no están preocupados en resolverlo, y Jess tampoco, pues lo que realmente quiere es mostrarnos una danza de imágenes eróticas que, sin llegar al soft-porn, despiertan nuestra libido y ensucian nuestra mirada.
El homenaje permanente que hace Jess al cuerpo femenino, desde el respeto y la admiración, es una de las características del cine de Jess Franco que aún no se ha valorado suficientemente. Tampoco se ha valorado en Jess este espíritu de revolución sexual que despertó en los años 70 y 80 del siglo pasado, y que en estos momentos sigue estando de rigurosa actualidad. No digo ninguna tontería si describo la obra de Jess Franco como un ente Eterno y Universal que representa a los Arquetipos Junguianos de la Humanidad.
Esta película de 1972 lleva las etiquetas de Lesbian Sex, Female Nudity , Lesbianism, Beautiful Woman y Female Vampire, con lo cual nos hacemos una idea de su contenido. Una vez más conjuga varios de sus elementos significativos: la mujer vampiro, las vistas de la playa, y por supuesto, el imprescindible número del cabaret en que aparece una sinuosa bailarina sensualmente interesante a la vista, y los atentos ojos de unos espectadores mirones. Creo que no existe una película de Jess sin esta escena del cabaret y los mirones, porque si no aparece nos la podemos imaginar fácilmente. De hecho esta escena mitifica al Gran Voyeur que todos llevamos dentro, por lo menos los seguidores de Jess, que nos obliga a disfrutar de los cuerpos desnudos y ritos eróticos en la oscuridad.
El original argumento relata la historia de una joven, Luisa Karlstein, que visita a su tía en el lecho de muerte, la cual entre lamentos agónicos revela a la joven la maldición de la familia: el primer conde era un vampiro. Entonces aparece en escena el increíble Conde Howar Vernon, en el papel de Conde Karlstein, que en la filmografía de Jess es lo mismo que decir Conde Drácula. En realidad no se aprecia bien si es realmente Howar o una máscara de Howar caracterizado de Drácula, eso sí, increíble la caracterización… se tiene que ver, y yo apostaría que es el mejor de todos los Dráculas que he visto, lástima que Howar no entre en acción, seguramente rodó los planos un fin de semana en su casa para que Jess los insertara en la película.
También es característico de Jess su aparición como uno de los personajes, en este caso como Cyril Jefferson, que representa una especie de ocultista con el síndrome de Casandra. Las protagonistas femeninas que nos deleitan con sus escenas lésbicas són Britt Nichols y Anne Libert, de la cual se hace buena referencia en otros blogs.
Como es natural Jess nos relata una historia en que lo importante no es el argumento, de hecho los personajes están inmersos en un misterio, pero no están preocupados en resolverlo, y Jess tampoco, pues lo que realmente quiere es mostrarnos una danza de imágenes eróticas que, sin llegar al soft-porn, despiertan nuestra libido y ensucian nuestra mirada.
El homenaje permanente que hace Jess al cuerpo femenino, desde el respeto y la admiración, es una de las características del cine de Jess Franco que aún no se ha valorado suficientemente. Tampoco se ha valorado en Jess este espíritu de revolución sexual que despertó en los años 70 y 80 del siglo pasado, y que en estos momentos sigue estando de rigurosa actualidad. No digo ninguna tontería si describo la obra de Jess Franco como un ente Eterno y Universal que representa a los Arquetipos Junguianos de la Humanidad.