jueves, 20 de marzo de 2008

MIL SEXOS TIENE LA NOCHE


Ayer antes de morir hice un plan
vivir, sólo vivir, en el sillón
mirando tus películas.

Según el diccionario de Cirlot el simbolismo cristiano distingue entre ‘nuditas virtualis’, pureza e inocencia, y ‘nuditas criminalis’, lujuria o vanidosa exhibición. Por eso dice el poeta que la desnudez tendrá siempre un sentido ambivalente, una emoción equívoca, pues lo mismo nos puede elevar hacia las cimas de la belleza y la verdad, como arrastrarnos por su lastre humano a los fondos insensibles a lo intelectual.

En la película ‘Mil sexos tiene la noche’que presentó Jess Franco en 1984, asistimos a una danza de cuerpos desnudos que nos ilumina al respecto. Si nos centramos en la historia de la película observamos unos justificados desnudos que retienen la acción de los diferentes asesinatos en una belleza filosófica que ilustra la dualidad de Eros y Thánatos.

Por otra parte pudiera parecer que los desnudos solamente son simples recursos para atraer la atención del mirón, que dejando de ser espectador, no se interesa por el argumento. En cualquier caso recordemos que es el espectador el que con su acción culmina la obra del autor.

Similar a otras, esta película se desarrolla en un surreal softcore de horror erótico. Sin embargo esta película es verdaderamente una exploración del mundo de los sueños y se nos presenta como un cuadro surrealista que podría haber firmado el mismísimo Dalí. Las diferentes escenas me recuerdan los juegos sexuales que el genial pintor Salvador Dalí organizaba con sus masas eróticas, aquellos jovenzuelos hippies que se rendían a todos sus deseos. En este sentido las imágenes rodadas por Jess trasladarían a la pantalla los delirios del genio del surrealismo, lo cual concuerda con su papel de psicoanalista en la película.

Muchas veces se ha dicho que las películas de Jess no tienen un verdadero argumento, que son escenas inconexas para hilvanar una triste historia en una película de mala muerte. Lo que estos críticos no han descubierto todavía es que Jess utiliza las técnicas surrealistas y, al igual que Dalí o Bretón, se deja llevar por su inconsciente para crear una verdadera obra de arte.

Después de un espectáculo de adivinación Irina encuentra a Fabián en la habitación leyendo un libro. Dice que se trata del Necronomicón. Entonces el cuerpo de Irina se sumerge en un sueño y se pierde entre los besos de tres personajes que a modo de succubus la besan frenéticamente en la boca, pecho y sexo (tres en uno). En realidad se trata de un rito en que Lorna induce en Irina un estado hipnótico para someterla a su voluntad y transformarla en una asesina a su servicio para matar a pobres desgraciados entre espasmos de placer y lujuria.

Estos juegos con la realidad surrealista de una Irina sonámbula sometida a Lorna se transforman en el sueño etílico de un músico que acaba, por supuesto, asesinado. Aunque la secuencia que más me llama la atención es la de la orgía de los cuatro cuerpos, donde la cámara va siguiendo a un porro que los protagonistas se van pasando mientras desarrollan sus perversiones sexuales.

También destacaría la primera escena en que aparece Lina Romay como vidente y que utiliza Jes para presentar a los demás personajes principales encarnados por: Daniel Katz, Carmen Carrión, Alícia Principe, Mari Carmen Nieto y Mauro Ribera , los cuales ya aparecieron en la película ‘Historia sexual de O’del mismo año. De hecho Mil sexos y Historia de O se complementan perfectamente, y se podrían visionar primero una y luego otra en una de las clásicas sesiones dobles con una sensación de continuidad maravillosa, por temática, estilo y fondo musical que desde Female Vampir Daniel Blanco-White repite y repite.

No me extrañaría que ambas películas se rodaran al mismo tiempo, de la misma manera que hizo Jess cuando engañó a Christopher Lee y consiguió hacerle rodar dos películas y acabar pagándole sólo una. Según parece cada día Jess le pasaba el guión que tenían que rodar a Lee, y este no entendía nada, pues las escenas no concordaban con una historia coherente. Mientras Jess le decía a Lee tranquilo… tranquilo…. se las apañó en la sala de montaje para hacer sus montajes, y parir El Conde Drácula y De Sade 70.

Finalmente no os voy a contar el final de la película, eso nunca, aunque si atendemos al título de la película nos quedamos con la sensación de que faltan sexos......

martes, 11 de marzo de 2008

El OjE te de LuLú


Que puedo explicar de una película en que los títulos de crédito se superponen a la imagen de un ano. Un ano inscrito en un culo de estimables proporciones que la protagonista, Lulú Laverne (alias de Lina Romay), nos muestra con descaro, y que además nos habla para contarnos su triste historia.

Está película de 1985 está dentro del género pornográfico, aunque para Jess los límites entre la pornografía y el erotismo son difíciles de establecer, pues dice que sólo depende del tipo de plano y la lente que utiliza el director en el rodaje. Desde el principio el erotismo de Jess cristalizaba en proyectos cada vez más duros, hasta que entró sin tapujos a rodar películas X. De hecho estas películas las filmaba por las tardes con aquellos actores que deseaban un extra en su nómina, y que la verdad, no estaban muy interesados en este género cinematográfico a juzgar por la pobres erecciones de los miembros. Claro que cuando nos presentan a los protagonistas: Pepito Tiesez , Mela Chupen , Jean Morcillón y Pepet Poyalet … ya se nos avisa que algunos nombres son simulados para que a nadie se le arrugue.

Cabe destacar que se trata de una película pornográfica con argumento, aun diría más, a veces nos parecerá que el hilarante argumento se come con patatas las perversas escenas de hardcore. Y es que el porno de Jess es otra cosa, no despierta nuestros bajos instintos sino nuestra patética carcajada de mirón avergonzado. En este sentido me atrevo a apuntar el diálogo que mantienen Lola y Candy en otra porno titulada ‘Entre Pitos anda el Juego’, y que ilustra perfectamente este hecho. En este caso imaginaros a las dos protagonistas en un primer plano realizando una felación, al final sin premio, respectivamente a dos pobres chicos salidos de plano, y hablando tranquilamente como si estuvieran tomando un café con leche en el bar de la esquina:

- A mi esta polla que tienes tu no me gusta mucho.
- Es verdad un poquito sosa, y pensar que hay mujeres que piensan que todas la pollas son iguales.
- Esas serán las pollas sin personalidad, esa está bastante buena pero no sabe como la de Juan Carlos.
- Para mi ese chico no es un hombre, ya sabes como son todos, ninguno sirve para nada.
- ¿ Tu no conoces a Paco Morales?
- No o al menos no me acuerdo, y eso que aunque tengo muy mala memoria para los nombres, yo para las pollas la tengo fantástica, una vez que las chupo no las olvido, las recuerdo siempre. ¿Cambiamos?
- Me encanta hacer esto entre amigas democráticamente y sin rencillas.
Y así toda la película.

Volviendo a la historia del Ojete, vemos como el infravalorado orificio al principio es ignorado, después goza de las caricias de una amable lesbiana, y más tarde se alivia con la cabeza de un “Oscar” que utilizan a modo de consolador, en una muestra más del juego simbólico que utiliza Jess en sus guiones. Después de esta memorable escena no volveré a ver la entrega de los oscars de la misma manera. Cuando las artistas abracen y besen con pasión su ansiado premio no podré reprimir una sonrisa retórica en homenaje al dios Pan.


Jess filma los desvaríos sexuales con primeros planos y planos detalle, en un juego donde muestra los cuerpos desmembrados de los protagonistas al tiempo que despedaza la lujuria y la perversión del espectador.

En esta película Lina Lulú se convierte en una sacerdotisa del sexo mágico. Su entusiasmo convierte el film en un vivo mensaje de lo que realmente es la sexualidad: un sacramento, un rito mágico que solamente algunos iniciados han conseguido comprender. Con las imágenes de Jess el mismísimo Crowley celebraría su Misa del Fénix y despertaría a las Fuerzas Ciegas que gobiernan el Centro del Universo. En este sentido el acto sexual se convierte en una reunión mística a través de la cual el hombre y la mujer experimentan a Dios. Es así como el hombre incompleto busca el encuentro carnal con la divinidad femenina para llegar a la plenitud espiritual y alcanzar finalmente, en el momento del clímax, la “gnosis”, el conocimiento de lo divino.

Es casi divertido pensar que una película X de la serie B, donde el amor es fingido y no sentido, pueda despertar dentro de mi sentimientos tan extraños y retorcidos, llorar o reír, con el temor de liberarme en la oscuridad a la ‘mors justi’ , la muerte de los justos, aquella en que el cuerpo se libera a la muerte por agotamiento lujurioso debido a un exceso de placer o sufrimiento y que sobreviene en el mismísimo orgasmo final.

Al final las palabras del ano se rinden al amor perverso, vendiendo tu alma al diablo entre las incertidumbres de tus propios vacíos existenciales y sentenciando: “ sed caleat cunnus semper amore mio “


Inscrita en tu soledad entre azufres derrotada
son mis pecados espasmos entre paradojas místicas.
La paloma y la serpiente agonizan con dolor
esclava de penitencia en congreso de tormentos.