miércoles, 23 de abril de 2008

La Comptesse Perverse


La ‘Comptresse Perverse’ fue dirigida por Clifford Brown, que es uno de los más de 20 pseudónimos de Jess Franco. Es curioso eso de los pseudónimos. Las distribuidoras pidieron a Jess que cambiara su nombre para poder comercializar sus películas más fácilmente, pues en el mundo del cine no podía ser que en un mismo año un director produjera más de dos o tres películas. Desde luego Jess no ha sido nunca un Stanley Kubrik (en este sentido). Al principio los mismos distribuidores le cambiaron el nombre, de Jesús Franco a : Jess Franco, Jessusss Franck, Jess Manera, Jeff Frank, Wolfgang Frank, Frank Hollman, …entonces Jess pensó en crear un grupo de directores ficticios con los nombres de músicos de jazz que admiraba : Clifford Brown, James P. Jonson, David J. Khunne, Dan L. Simon y Robert Zinnermann.

Asimismo hay algunas películas X dirigidas por Candy Costner, Betty Carter o Joan Almirall, que se figuran pseudónimos de Lina Romay, entonces actriz y directora, pero donde todo el mundo reconoce la mano de Jess detrás de la cámara. Seguramente nos hallamos ante un pseudopseudónimo compartido.

También se ha dicho que Jess se cambió el nombre porque no podía ser Dios-Jesús i el Caudillo-Franco a la vez. En cualquier caso el enredo de los pseudónimos ha creado mucha confusión a la hora de catalogar las películas de Jess, y es cierto que el mismo Jess se sorprende cuando le atribuyen alguna película que no reconoce, o a lo mejor es que no la quiere reconocer, o simplemente se ha olvidado de que la hizo, pues muchas veces ha rodado dos películas a la vez, con los mismos actores y con retales de otras películas, todo fuera para rodar y rodar…. rodar y rodar….

Para los fanáticos ‘ventiladores’ (= fans) de Jess esto no es un problema, al contrario, descubrir una nueva película es un reto y una aventura. En cualquier país, en cualquier lugar y vete a saber con que nombre, puede aparecer una sleazy perla para sumar a la larga lista ya conocida.

Volviendo a la Condesa Perversa, esta película de 1973 es una adaptación subversiva de la popular historia de Richard Connells titulada ‘El juego más peligroso’, en el cual se narra la historia de un Conde Zaroff que se divierte cazando a seres humanos. En estas película Howar Vernon y Alice Arno encarnan al Conde y Condesa Zaroff, una misteriosa pareja que muestra sus trofeos de las cacerías en varios países, y cuyo objetivo final es cazar a seres humanos en las playas de su desolada isla, para después degustar sus carnes en una macabra barbacoa.

Años más tarde Jess hizo su propio remake con ‘Tender Flesh (1998), aunque el tema de la cacería humana es un recurrente y se consolida como un mito universal donde el Hombre es un Lobo para la Persona Humana.

El tema de cómo Jess remakea sus propias películas es muy interesante, pues determina el punto de intemporalidad de toda su obra. Como todos sabéis, para poder llegar al mundo de Jess por lo menos se han de visionar de 30 a 40 de sus películas. Solamente después de captar todos sus registros, reconocer a sus actores y sus manías, nos damos cuenta que la unión de las Partes hacen un Todo que da sentido a su Obra. Aquel espectador que solamente ha visto una película de Jess hablará de un director maldito, sin sentido, aburrido, con malos actores, presupuestos baratos y que toma el pelo al público. Los seguidores de Jess saben que no es así, saben que sus películas esconden un misterio, un algo indescriptible, que solamente los más osados, y visionar más de 40 pelis de Jess creo que es ser suficientemente osado, han llegado a descubrir. Y entonces es una Epifanía, en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se "da a conocer".

Lina Romay aparece en esta película en el papel de Silvia, una joven y atractiva chica que es engañada para pasar un fin de semana en la isla de los Condes Zaroff. Su interpretación es característica, y muestra a la chica liberal y divertida de pocas luces, que se presta a ser víctima de cualquier desaprensivo. Pero de repente aparece como la violadora de una pareja, en una escena de blandiporno que se insertó en 1974. Los coprotagonistas de esta secuencia son Monica Swinn y Pierre Taylou, que aparecen juntos, desnudos, atados y sometidos a las torturas sexuales de Lina Romay.

Esa manía de insertar secuencias porno en sus películas para llegar a otros mercados es también una de las notas destacadas de la filmografía de Jess. Aquellos que intentan catalogar la obra de Jess no sólo deben tener en cuenta una película determinada, sino también sus posibles variantes, con nuevas escenas y añadidos, o al contrario, localizar aquellas versiones que la censura recortó hasta extremos en que se llegaba a perder el argumento, por ejemplo en la versión española de 99 mujeres.

En conjunto son varias las escenas sadomasoeróticas protagonizadas por diversas parejas, o tríos, de distinta intensidad sexual. Todas ellas desarrolladas en largas y cuidadosas escenas en que la cámara busca los cuerpos enroscados y los sexos explícitos, y que conforman la argamasa que une los distintos pedazos de la historia principal, una característica muy típica de Jess.

La última escena es realmente impresionante y siniestramente erótica. Silvia corre aterrorizada por el bosque tratando de esconderse de la Condesa Zaroff que la persigue armada con un arco y flechas. La cazadora y la presa aparecen ambas completamente desnudas, en un espectacular duelo de grandes pechos que bambolean alegres en una carrera infernal.

La Condesa Perversa me ha recordado a la Condesa Sangrienta, el increíble texto escrito por la poeta suicida Alejandra Pizarnik donde se relata la terrible, por verdadera, historia de Erzébeth Báthory. Este personaje buscaba la eterna juventud bañándose en la sangre de jóvenes vírgenes que eran sacrificadas entre horribles torturas, y representa, sin dudarlo, el mito de ‘la vampira’.


Pero lo mejor es que lo leáis, si os atrevéis, vosotros mismos… en el siguiente enlace…....

viernes, 11 de abril de 2008

She Killed in Ecstasy


En esta película de 1971 aparece Soledad Miranda con el nombre de Susann Korda para bordar un personaje al límite de la perversión y hasta el fondo de la locura. El feliz argumento de Jess relata la trágica historia de la Sra. Johnson, la esposa de un científico que investiga con embriones para mejorar la especie humana. El pobre doctor es declarado amoral y sacrílego por un comité de doctores que le prohíben seguir con sus experimentos. Por ello, después de una gran depresión, se suicida, en una isla.

El mito del científico que juega con la vida y acaba con la muerte se combina aquí con el mito de los ‘perros de paja’ en que personas normales e inocentes, por las circunstancias del entorno y por la presión de los acontecimientos, se convierten en crueles asesinos.

Pues bien, la Sra. decide vengarse de los científicos responsables de la muerte de su marido, nada inusual, lo raro, raro, raro es que para matarlos primero los seduce, entre humos y risas cómplices, luego los arrastra a la cama para ejecutar sus ejercicios sexuales para finalmente rematarlos en pleno éxtasis. Una vez más Jess juega con la ‘muerte de los justos’, aquella muerte que sobreviene en el momento de máximo placer sexual, y una vez más el Sexo y la Muerte se enroscan en un tornado de místico placer.

Como puede una mujer acostarse con los culpables de la muerte de su marido, me pregunto, mientras observo curioso como la enfermiza mente de la Sra. identifica a la victima con los verdugos. Es uno de esos puntos de conexión inexplicables en que el Universo teje sus redes para dar la vuelta al sentido común y mostrarnos así la fragilidad del ser humano.

Para la película Jess aprovechó la casa y la isla que utilizó para la Condesa Perversa y se rodeó de sus actores preferidos: Howar Vernon, Paul Muller i Ewa Strömberg, que le acompañan en un póquer de científicos puristas que arruinan la carrera del pobre Dr. Jonson. Para cada uno ellos la Señora prepara un horrendo asesinato. Los hombres son pasados a cuchillo hasta en sus partes más íntimas, mientras que la mujer, bueno la escena con Ewa es de una tensión lésbica especial.
Las dos mujeres (s) corren alegres y cómplices en busca del placer femenino, y sus besos, y sus cuerpos, se encuentran para marcar un punto máximo en el erotismo de Jess, que como director se complace con el stipteasse de la protagonista.

El descenso a los infiernos de la locura de la Sra. Johnson se puede visualizar perfectamente con la imagen de una Soledad Miranda abrazando sus propias piernas con el cuerpo enroscado sobre si mismo, mientras mira al espectador con aquellos ojos, sus OjOs.

Aunque Jess se reserva lo mejor para el final, cuando su personaje cae en las garras de Soledad. Atado a una silla, con el torso desnudo, indefenso ante la ‘maitresse’ Soledad que lo tortura con saña, bajo el filo de la navaja mientras repite: debes sufrir… debes sufrir y le da dos bofetadas. Con los ojos enloquecidos el personaje de Soledad termina su venganza cortando lo que todos pensáis y se larga corriendo al encuentro del cadáver de su marido, que espera en el coche.

No nos podemos ni imaginar los oscuros placeres del perverso director mientras escribía el guión de esta última escena. Si nos podemos imaginar su tristeza cuando acabó la película.