viernes, 11 de abril de 2008

She Killed in Ecstasy


En esta película de 1971 aparece Soledad Miranda con el nombre de Susann Korda para bordar un personaje al límite de la perversión y hasta el fondo de la locura. El feliz argumento de Jess relata la trágica historia de la Sra. Johnson, la esposa de un científico que investiga con embriones para mejorar la especie humana. El pobre doctor es declarado amoral y sacrílego por un comité de doctores que le prohíben seguir con sus experimentos. Por ello, después de una gran depresión, se suicida, en una isla.

El mito del científico que juega con la vida y acaba con la muerte se combina aquí con el mito de los ‘perros de paja’ en que personas normales e inocentes, por las circunstancias del entorno y por la presión de los acontecimientos, se convierten en crueles asesinos.

Pues bien, la Sra. decide vengarse de los científicos responsables de la muerte de su marido, nada inusual, lo raro, raro, raro es que para matarlos primero los seduce, entre humos y risas cómplices, luego los arrastra a la cama para ejecutar sus ejercicios sexuales para finalmente rematarlos en pleno éxtasis. Una vez más Jess juega con la ‘muerte de los justos’, aquella muerte que sobreviene en el momento de máximo placer sexual, y una vez más el Sexo y la Muerte se enroscan en un tornado de místico placer.

Como puede una mujer acostarse con los culpables de la muerte de su marido, me pregunto, mientras observo curioso como la enfermiza mente de la Sra. identifica a la victima con los verdugos. Es uno de esos puntos de conexión inexplicables en que el Universo teje sus redes para dar la vuelta al sentido común y mostrarnos así la fragilidad del ser humano.

Para la película Jess aprovechó la casa y la isla que utilizó para la Condesa Perversa y se rodeó de sus actores preferidos: Howar Vernon, Paul Muller i Ewa Strömberg, que le acompañan en un póquer de científicos puristas que arruinan la carrera del pobre Dr. Jonson. Para cada uno ellos la Señora prepara un horrendo asesinato. Los hombres son pasados a cuchillo hasta en sus partes más íntimas, mientras que la mujer, bueno la escena con Ewa es de una tensión lésbica especial.
Las dos mujeres (s) corren alegres y cómplices en busca del placer femenino, y sus besos, y sus cuerpos, se encuentran para marcar un punto máximo en el erotismo de Jess, que como director se complace con el stipteasse de la protagonista.

El descenso a los infiernos de la locura de la Sra. Johnson se puede visualizar perfectamente con la imagen de una Soledad Miranda abrazando sus propias piernas con el cuerpo enroscado sobre si mismo, mientras mira al espectador con aquellos ojos, sus OjOs.

Aunque Jess se reserva lo mejor para el final, cuando su personaje cae en las garras de Soledad. Atado a una silla, con el torso desnudo, indefenso ante la ‘maitresse’ Soledad que lo tortura con saña, bajo el filo de la navaja mientras repite: debes sufrir… debes sufrir y le da dos bofetadas. Con los ojos enloquecidos el personaje de Soledad termina su venganza cortando lo que todos pensáis y se larga corriendo al encuentro del cadáver de su marido, que espera en el coche.

No nos podemos ni imaginar los oscuros placeres del perverso director mientras escribía el guión de esta última escena. Si nos podemos imaginar su tristeza cuando acabó la película.

1 comentario:

Alex B. dijo...

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