Twin Peaks 2017
Mi sombra siempre me acompaña, unos días delante, otros días detrás… salvo
los días nublados o de noche.
Con estas palabras explica Wally a sus padres lo cariacontecido en sus
últimos años de carretera y manta. Y con estas palabras ilustro este post de
extravagante discreto mientras en la mesa mi mujer sirve un bogavante al horno
que espero devorar con atención.
Se debería titular ‘Twin Peaks… 25
years later’ pero se trata de David Lynch y su última Obra de Arte. Si algunos
dudan de acercarse a la ‘silly box’ que se Sienten Koño, que esto va en serio y
hace tiempo que no me siento (en diversos sentidos).
La melodía de Angelo Badalamenti continúa siendo un lamento que me
transporta a sensaciones conocidas que anidan en lo más profundo de mi alma, como la madalena de Proust, que de repente me
sorprende y alumbra en cuerpo y alma en un viaje al futuro, que es ahora.
La tercera temporada de Twin Peaks es una película de 18 horas que debe
completar el testamento cinematográfico de sus autores. Un juego entre candilejas
que se perdió hace tiempo en ‘Twin Peaks: fuego camina conmigo’ (1992), el año
de las Olimpiadas de Barcelona.
Por los capítulos que he visionado de esta nueva serie debo destacar que me
sorprende.
Será por el juego de tiempo y espacio que propone, incluso por una visita
inesperada a la Zona Negativa que descubrieron los Fantastic Four en su día. En
una puesta en escena que concentra momentos lentos en un tiempo que aceleramos
el vídeo para un visionado rápido, donde algunos perdemos la esencia de la intención
por la deriva de estos tiempos.
Increíble Kyle MacLachlan, en sus tres papeles un Papelón, y algo más que
podemos analizar con devoción. Lo compro.
Y todos los personajes que aparecen tras 25 años, como han cambiado, como
hemos cambiado, porque en realidad de esto va la serie, de cómo hemos cambiado
nosotros mismos, y en este juego de identificaciones que siempre nos propone el
cine, allí estamos, recordando con nostalgia tal como éramos hace 25 años.
Las lágrimas del actor ante la fotografía de Laura Palmer entran en nuestro
corazón salvaje porque el pasado lo vivimos en un viaje al futuro, que es
Ahora, y la pregunta: ¿Dónde hemos estado desde entonces?