sábado, 23 de enero de 2010

Glissements Progressifs du plaisir



‘Sentir el alma, sin explicaciones, sin palabras, y representar ese sentimiento, eso es, creo yo, lo que me ha llevado a la monocromía’
(Yves Klein)


Cierro los ojos y recuerdo la imagen del cuadro IKB 3 en la exposición del Macba. Pero esta imagen virtual creada por las explosiones eléctricas de mis neuronas no transmite fielmente el efecto que produjo en mí en el momento que viví ante este cuadro.


Realmente para entender que un cuadro monocromo de azul IKB sea una obra de arte has de encontrarlo, no sirve una lámina en un libro. Por eso descubrir el cine de Alain Robbe-Grillet ha sido descubrir como la pintura se transforma en imágenes para mostrarnos el surrealismo gozando con Sade delante de la cámara.


‘Glissements Progressifs du plaisir’ (1974), explica la historia de una joven que es interrogada por la policía porque han encontrado en su casa a su amiga: muerta, atada a la cama y con unas tijeras clavadas en el pecho. A partir de aquí se desarrolla la trama en un ‘deslizamiento progresivo hacia el placer’, la lujuria y el sexo oscuro.


La película está protagonizada por una joven Anicée Alvina y aparece levemente la estupenda Isabelle Hupper , actriz francesa hija de actores franceses que nació en París en 1953, y que años más tarde sería internacionalmente reconocida por su protagonismo en ‘La pianista’ de Haneke.


En el año 1974 el genio del surrealismo Salvador Dalí estaba jugando con la holografía y experimentando nuevos caminos para la pintura, de la misma manera que en su momento hizo uno de los mayores artistas plásticos de Paris: Yves Klein (1928-1962), el cual a partir de consideraciones metafísicas del espacio se recreó en las pinturas monocromas (como el cuadro que preside este post) y sus ‘Antropometrías’ pinturas en las cuales utilizaba como pinceles los cuerpos desnudos de sus jóvenes modelos vírgenes.


En ‘Glissements’ aparecen referencias explícitas a estos dos pintores. Por una parte la secuencia de los huevos sobre el cuerpo desnudo de la mujer recuerda a los huevos fritos de Dalí, mientras que cuando la protagonista se convierte en pincel humano para pintar las paredes con su cuerpo desnudo empapado de pintura y lujuria, se nos muestra una antropometría como las de Yves Klein (ver las fotografías que acompañan este artículo).


Aunque en Robbe-Grillet el proceso se fundamenta en el rojo sangre, mientras que las obras de Yves Klein se basaban en el azul. No un azul cualquiera, sino su azul, el IKB (International Klein Blue), que patentó y utilizó para una serie de pinturas monocromáticas en los años 50 del siglo pasado. Como decía no es un azul cualquiera, incluso tiene su club de fans.


Más tarde Robbe-Grillet también nos descubrió a Magritte y sus pinturas en su película ‘La bella cautiva’ de 1983, aunque esta es otra historia.


El caso es que relacionar el Azul Internacional Klein con Jess Franco no era fácil, a pesar de la teoría de los seis nodos que apunta la certeza de que todas las personas de este mundo estamos relacionas como máximo por 6 nodos, considerando que un nodo es un amigo o conocido común. En este caso el nodo fue Robbe, conocido, admirado y respetado por Jess, tal y como expresa en su entrevista con Álex Mendíbil en el Necronomicón:


Siempre me ha parecido que hay cosas en tus películas que me recuerdan a Robbe-Grillet…

 
A mí también. Ciertas cosas, aunque uno no quiera, se te quedan en la recámara, de todos los autores que te han influido, sea la luz, el encuadre, el movimiento… Y yo siempre me he negado a eliminarlo, ¿por qué voy a hacerlo? Shakespeare robaba también, y todos los grandes escritores han estado toda la vida robando de otros. No es robo, es influencia, y si tú tienes algo que aportar pues perfecto.


Creo que Robbe-Grillet hacía un cine muy intelectual y pedante con un toque popular, y que tú haces un cine popular con ciertos toques intelectuales o pedantes.


Sí, bueno, pedantes no creo que sean mis películas, pero yo mantengo que de mí se habrán dicho muchas cosas, pero nunca que soy un cebollo. No es algo que tenga que reivindicar ni nada, pero creo que es evidente. Mi cine te puede gustar más o menos, eso es libre, pero lo que no hay es gilipollez.


Además Robbe me robó el maniquí de ‘Vampiros Lesbos’ para su película, aunque se lo puedo perdonar porque gracias ‘L’Immortelle’ (1963) descubrí la mágica ciudad de Estambul y el castillo de Fu Manchú ´


Quizás estas no fueran exactamente sus palabras, pero realmente en el cine de Jess o de Robbe no hay ‘gilipollez’, quizás en el caso de Jess alguna ‘pollez’ que otra se salga de la pantalla, y la referencia al maniquí sería perfectamente lógica.


Efectivamente, tal y como apunta Víctor Barón en sus apuntes del tío Jess existe un enigma entorno al maniquí que aparece en la película de Jess titulada ‘Vampiros Lesbos’ ( 1970). En esta película Soledad Miranda aparece con un candelabro bailando lascivamente una danza lésbica con un maniquí. Un maniquí que en ciertos planos parece cobrar vida y que así fue gracias a la colaboración de una segunda actriz, de la cual se desconoce incluso su nombre. ¿Dónde acabó el maniquí de Jess ?


En ‘Glissements’ el maniquí aparece en contraposición a la compañera de la protagonista que en sus juegos sadomasoquistas adopta el papel de muñeca, y se deja hacer, hasta el punto de aceptar su propia muerte. En este sentido el maniquí aparece roto, como la vida misma que se rompe entre las olas que mueren en la playa de la película.


Es factible que Robbe encontrara perfecta la asociación de la mujer con el maniquí, en su sublimación de la identificación de la mujer como objeto sexual. Además robar el maniquí de Jess para guardarlo en el armario de ‘Glissements’ seguramente fue un acto de homenaje que le honra.


Por todas estas razones esta película merece ser clasificada como JF3, aunque deberíamos destacar, tal y como hace Jess, la entidad de Alain: cineasta y escritor que fue el principal animador del movimiento literario conocido como ‘nouveau roman’, que se caracteriza por la ‘Objetividad fenomenológica’ de manera que el autor no interviene con las situaciones o los personajes y los personajes son sólo espectadores de un mundo de objetos que en su realidad espacio-tiempo son los verdaderos protagonistas de sus obras. En este sentido Glissements no deja de perderse en un fetichismo legítimo que tanto gusta a Jess y a todos los espectadores.



FOTOS












2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y pensar que la ponían en la Filmoteca de Andalucía y no pude ir a verla!

Anónimo dijo...

una peli extraña y la puedes encontrar en cinemageddon