Director: Amasi Damiani ( A. Van Dike) y Bruno Mattei (Jimmy B. Matheus)
Año: 1979
País: Italia
Guión: Riccardo Schicchi
Reparto
Ilona Staller ... Cicciolina
Patrizia Basso
Giancarlo Marinangeli ... Riccardo
Paola Ludovica Barbanera
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Ilona Staller nació el año
1951 en Budapest y desde jovencita sus ricitos de oro alegraron a los Servicios
de espionaje de Hungría con alegría, hasta que lio a un cliente italiano para
escapar de su triste destino y alcanzar la ‘ciudad Eterna’. No en vano Dios le
dio un cuerpo de mujer para quitar el hipo al próximo, un hipopótamo del pantano sin pantalones.
Allí conoció al productor de
cine erótico Riccardo Schicchi, también guionista, que la propuso para un
programa de radio llamado ‘Voulez-vous coucher avec moi?’. Y es en este punto
que empieza nuestra película de tintes autobiográficos relatando la etapa donde
Ilona Staler trabaja en Radio Luna como Cicciolina emitiendo un lubrificante
programa que inunda las ondas de interesado erotismo para despertar la lujuria
de sus radioyentes.
Si Schicchi aparece como
guionista, como director bajo pseudónimo tenemos al mismísimo Bruno Mattei,
conocido artesano del séptimo arte de eróticos italianos a destacar.
Desde su habitación decorada
con posters de desnudos de la sensual
locutora (lo que muestra una obsesión obtusa),
un joven Riccardo (trasunto del guionista y protector de nuestra
artista, aunque este es otro asunto) escucha la voz de su ‘erotimusa’ soñándola
desnuda cabalgando un caballo blanco entre luces de colores, haciendo el amor
con desconocidos. Mientras, desde su prisión con barrotes, en este punto se
apunta a un recluso que estimula su mente con encuentros en la tercera fase con
el chichi de la Cicciolina, mostrando un amor propio que retumba en la soledad
de su jaula.
Al fin Ricardo se encuentra
con la artista del amor con sexo seguro, seguro de sí mismo le pide ser su
fotógrafo personal, y como persona y pesado el hombre, el que la sigue la
consigue y la fotografía en la fontana, que aunque no sea de Trevi, no le falta atrevimiento a la moza, luce muslos y pechuga a cual más
suculento plato en el plató de la escena, en espera del postre.
En una de las sesiones de
fotos con fuego, la húngara se topa con unos desaprensivos que tratan de
violarla. Suerte que llega el mozo amoroso para llevarse unos coscorrones e
imponer el orden natural de la película, que en un intento de socializar la
crítica, la Ciciolina emite un comunicado desde las radioondas donde dice ‘la
culpa es nuestra’, enfatizando lo terrible del hecho que las mujeres llegan a
culpabilizarse en estas casos y son ellas las primeras que han de asumir que
estas violaciones no se pueden perpetuar
en una sociedad civilizada.
Encontramos en este
argumento las inquietudes humanas y
sociales que impulsaron a Ilona a la aventura política cuando en este mismo año
se presentó a las elecciones al Parlamento Italiano. Aunque no logró entrar a
la cámara de diputa2 hasta el año 1985 cuando encabezaba la lista del Partido
Radical, y efectivamente, sus películas eran más radicales.
Llevados por el erotismo no
falta un encuentro lésbico de un profundo sentido estético y una práctica de
‘sitofilia’, una perversión donde se vierten alimentos sobre el cuerpo de la
mujer desnuda, como si fuera la base de una pizza cuatro estaciones. De entre
las posibles parafilias esta es una de las más finas hierbas que podamos encontrar en la extraña
filmografía de esta artista que en su etapa pornográfica no dejará de
sorprendernos.
En el mismo sentido sigue el
argumento y la hermana es violada por un vecino que entra en su piso pidiéndole
limones. Limones los del caribe, pues la arrastra a la mesa de operaciones, de
violaciones se entiende, para abusar de su confianza y de paso de su cuerpo de
mujer.
Claro que el mensaje antiviolaciones queda en entredicho cuando al final la
violada pide más y acaba disfrutando del sexo con pasión y locura, como en las
películas X donde las mujeres siempre piden ser violadas y pasan de vírgenes a
guarras en un santiamén.
Seguramente este giro
argumental señala claramente el paso de la sensualidad mágica en esta película
de 1979, al sexo duro y sin tapujos del
cine su cine porno a partir de 1983. Las azucaradas escenas de esta primera
época de actriz que la precoz modelo
húngara había ejecutado entre velos mostrando sus blancas carnes, se
convirtieron de pronto en escenas hardcore de ‘blowjobs’ y dobles penetraciones
que pueden llegar a sorprender, quizás indignar, al sufrido seguidor de la
artista.
Sin duda fue su
representante Schicchi el que provocó la confluencia de intereses para mantener
viva la llama de la fama. Así él como director y su protegida como actriz,
coincidieron en una brillante carrera pornográfica que dio sus frutos con
películas impactantes, quizás espeluznantes, donde podemos destacar por la
controversia y problemas que dio al
currículum ‘Cicciolina Number One’ (1986). En esta película los genitales de la
artista ya no son un virtuoso desnudo y se convierten en pecado de destrucción
masiva, donde desde los excesos condenados del género se atraviesan prados de
perversiones llegando a la zoofilia, el sexo con animales.
Seguida por las parafília,
todavía en las entrevistas le preguntan a Ilona
por el sexo con un caballo, y ella dice que es una barbaridad, que la
Ilona Staler es una ‘heroína’ haciendo
felaciones a un ‘stallone’, pero el ‘caballo’ era para otra actriz que le
gustaban más las drogas.
Todo este trajín de película
va salpicado con sesiones donde Cicciolina va cantando sus grandes éxitos, como
por ejemplo ‘Lips’, ya que la canción fue también uno de los campos que
dominó esta polifacética artista de la radio y la televisión. Recordemos que
ella fue la primera artista en mostrarse desnuda en un show de televisión y sus
escándalos audiovisuales impulsaron así su carrera en otras materias oscuras.
Llegando a la recta final
del film también se muestra a modo documental una de las funciones de teatro
donde la protagonista canta y baila, danzando
desnuda dentro de una bombilla de plástico junto a dos palomas blancas.
Al final vemos como el público, todos santos varones, invade el escenario para
tocar el vello púbico de la actriz en vivo, que casi se la comen viva y ha de
correr por su vida, llegando al camerino sin ropa ni remedio, mostrando una vez
más su innato altruismo de darlo todo al prójimo, hasta sus bragas.
Tanto las palomas blancas
como las apariciones del caballo y ella cabalgando son parte de la simbología
subliminal que expone la pureza del sexo y un mensaje de amor universal, que
junto a la crítica social contra la violación, dan aire trascendente a la
intrascendencia del argumento solamente apto para adictos a nuestra ‘heroína’,
la Cicciolina.
Cabe también remarcar en
este artículo que la película inspira el argumento del cómic ‘Las aventuras de
Cicciolina’ (1989) del autor Filippuci, Romanini y Ubaldi. En este cómic, los dioses del Olimpo
nombran a nuestra Cicciolina diosa del Sexo y la Sexualidad, y envían a la
Tierra a Cupido, que se transforma en un osito de peluche para acompañar a la
elegida en sus aventuras sexuales.
El osito de peluche aparece
tanto en la película como en el cómic como un elemento identificativo de la
inocencia. Inocente como la obra de Cicciolina y su motto ‘haz el amor y NO la
guerra’, en resonancia con ‘El Amor es la Ley’, un precepto que nos conduce a
Crowley y su ‘magia Sexual’, porque NO dudo que de darse la coincidencia
temporal en la Historia, la Cicciolina sería hoy la ‘Mujer Escarlata’ de nuestro
Mago Negro y sus videos pornográficos serían oficios religiosos reverenciados
por los seguidores del ‘camino de la mano izquierda’, aunque para sus oficios
onanistas utilizaran la mano derecha.
En fin, pasen y vean, en
película o en cómic, los desvaríos de sensual sexo sentido de ‘la húngara de
fuego’, la Cicciolina.
Fotos
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