viernes, 17 de agosto de 2018

Cicciolina, amore mio







Director: Amasi Damiani ( A. Van Dike) y  Bruno Mattei (Jimmy B. Matheus)
Año: 1979
País: Italia

Guión:  Riccardo Schicchi

Reparto

Ilona Staller  ... Cicciolina
Patrizia Basso                    
Giancarlo Marinangeli ... Riccardo
Paola Ludovica Barbanera


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Ilona Staller nació el año 1951 en Budapest y desde jovencita sus ricitos de oro alegraron a los Servicios de espionaje de Hungría con alegría, hasta que lio a un cliente italiano para escapar de su triste destino y alcanzar la ‘ciudad Eterna’. No en vano Dios le dio un cuerpo de mujer para quitar el hipo al próximo, un  hipopótamo del pantano sin pantalones.


Allí conoció al productor de cine erótico Riccardo Schicchi, también guionista, que la propuso para un programa de radio llamado ‘Voulez-vous coucher avec moi?’. Y es en este punto que empieza nuestra película de tintes autobiográficos relatando la etapa donde Ilona Staler trabaja en Radio Luna como Cicciolina emitiendo un lubrificante programa que inunda las ondas de interesado erotismo para despertar la lujuria de sus radioyentes.

Si Schicchi aparece como guionista, como director bajo pseudónimo tenemos al mismísimo Bruno Mattei, conocido artesano del séptimo arte de eróticos italianos a destacar.

Desde su habitación decorada con posters de  desnudos de la sensual locutora (lo que muestra una obsesión obtusa),  un joven Riccardo (trasunto del guionista y protector de nuestra artista, aunque este es otro asunto) escucha la voz de su ‘erotimusa’ soñándola desnuda cabalgando un caballo blanco entre luces de colores, haciendo el amor con desconocidos. Mientras, desde su prisión con barrotes, en este punto se apunta a un recluso que estimula su mente con encuentros en la tercera fase con el chichi de la Cicciolina, mostrando un amor propio que retumba en la soledad de su jaula.

Al fin Ricardo se encuentra con la artista del amor con sexo seguro, seguro de sí mismo le pide ser su fotógrafo personal, y como persona y pesado el hombre, el que la sigue la consigue y la fotografía en la fontana, que aunque no sea  de Trevi, no le falta atrevimiento  a la moza, luce muslos y pechuga a cual más suculento plato en el plató de la escena, en espera del postre.

En una de las sesiones de fotos con fuego, la húngara se topa con unos desaprensivos que tratan de violarla. Suerte que llega el mozo amoroso para llevarse unos coscorrones e imponer el orden natural de la película, que en un intento de socializar la crítica, la Ciciolina emite un comunicado desde las radioondas donde dice ‘la culpa es nuestra’, enfatizando lo terrible del hecho que las mujeres llegan a culpabilizarse en estas casos y son ellas las primeras que han de asumir que estas violaciones  no se pueden perpetuar en una sociedad civilizada.

Encontramos en este argumento las inquietudes humanas  y sociales que impulsaron a Ilona a la aventura política cuando en este mismo año se presentó a las elecciones al Parlamento Italiano. Aunque no logró entrar a la cámara de diputa2 hasta el año 1985 cuando encabezaba la lista del Partido Radical, y efectivamente, sus películas eran más radicales.

Llevados por el erotismo no falta un encuentro lésbico de un profundo sentido estético y una práctica de ‘sitofilia’, una perversión donde se vierten alimentos sobre el cuerpo de la mujer desnuda, como si fuera la base de una pizza cuatro estaciones. De entre las posibles parafilias esta es una de las más finas hierbas  que podamos encontrar en la extraña filmografía de esta artista que en su etapa pornográfica no dejará de sorprendernos.

En el mismo sentido sigue el argumento y la hermana es violada por un vecino que entra en su piso pidiéndole limones. Limones los del caribe, pues la arrastra a la mesa de operaciones, de violaciones se entiende, para abusar de su confianza y de paso de su cuerpo de mujer.

Claro que el mensaje antiviolaciones  queda en entredicho cuando al final la violada pide más y acaba disfrutando del sexo con pasión y locura, como en las películas X donde las mujeres siempre piden ser violadas y pasan de vírgenes a guarras en un santiamén.

Seguramente este giro argumental señala claramente el paso de la sensualidad mágica en esta película de 1979,  al sexo duro y sin tapujos del cine su cine porno a partir de 1983. Las azucaradas escenas de esta primera época de actriz  que la precoz modelo húngara había ejecutado entre velos mostrando sus blancas carnes, se convirtieron de pronto en escenas hardcore de ‘blowjobs’ y dobles penetraciones que pueden llegar a sorprender, quizás indignar, al sufrido seguidor de la artista.

Sin duda fue su representante Schicchi el que provocó la confluencia de intereses para mantener viva la llama de la fama. Así él como director y su protegida como actriz, coincidieron en una brillante carrera pornográfica que dio sus frutos con películas impactantes, quizás espeluznantes, donde podemos destacar por la controversia y problemas que dio  al currículum ‘Cicciolina Number One’ (1986). En esta película los genitales de la artista ya no son un virtuoso desnudo y se convierten en pecado de destrucción masiva, donde desde los excesos condenados del género se atraviesan prados de perversiones llegando a la zoofilia, el sexo con animales.

Seguida por las parafília, todavía en las entrevistas le preguntan a Ilona  por el sexo con un caballo, y ella dice que es una barbaridad, que la Ilona Staler es una  ‘heroína’ haciendo felaciones a un ‘stallone’, pero el ‘caballo’ era para otra actriz que le gustaban más las drogas.

Todo este trajín de película va salpicado con sesiones donde Cicciolina va cantando sus grandes éxitos,  como  por ejemplo ‘Lips’, ya que la canción fue también uno de los campos que dominó esta polifacética artista de la radio y la televisión. Recordemos que ella fue la primera artista en mostrarse desnuda en un show de televisión y sus escándalos audiovisuales impulsaron así su carrera en otras materias oscuras.

Llegando a la recta final del film también se muestra a modo documental una de las funciones de teatro donde la protagonista canta y baila, danzando  desnuda dentro de una bombilla de plástico junto a dos palomas blancas. Al final vemos como el público, todos santos varones, invade el escenario para tocar el vello púbico de la actriz en vivo, que casi se la comen viva y ha de correr por su vida, llegando al camerino sin ropa ni remedio, mostrando una vez más su innato altruismo de darlo todo al prójimo, hasta sus bragas.

Tanto las palomas blancas como las apariciones del caballo y ella cabalgando son parte de la simbología subliminal que expone la pureza del sexo y un mensaje de amor universal, que junto a la crítica social contra la violación, dan aire trascendente a la intrascendencia del argumento solamente apto para adictos a nuestra ‘heroína’, la Cicciolina.

Cabe también remarcar en este artículo que la película inspira el argumento del cómic ‘Las aventuras de Cicciolina’ (1989) del autor Filippuci, Romanini y  Ubaldi. En este cómic, los dioses del Olimpo nombran a nuestra Cicciolina diosa del Sexo y la Sexualidad, y envían a la Tierra a Cupido, que se transforma en un osito de peluche para acompañar a la elegida en sus aventuras sexuales.



El osito de peluche aparece tanto en la película como en el cómic como un elemento identificativo de la inocencia. Inocente como la obra de Cicciolina y su motto ‘haz el amor y NO la guerra’, en resonancia con ‘El Amor es la Ley’, un precepto que nos conduce a Crowley y su ‘magia Sexual’, porque NO dudo que de darse la coincidencia temporal en la Historia, la Cicciolina sería hoy la ‘Mujer Escarlata’ de nuestro Mago Negro y sus videos pornográficos serían oficios religiosos reverenciados por los seguidores del ‘camino de la mano izquierda’, aunque para sus oficios onanistas utilizaran la mano derecha.

En fin, pasen y vean, en película o en cómic, los desvaríos de sensual sexo sentido de ‘la húngara de fuego’, la Cicciolina.



Fotos



  
 


  












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