viernes, 23 de mayo de 2008

Las Chicas de Cop AcA b AnA



Hay veces en que te gusta pasear para olvidar. Era uno de esos días sombríos de Barcelona en los que te pierdes por su niebla hasta llegar al ‘Cementerio de las Películas Olvidadas’, un laberinto de oscuros pasillos con estantes repletos de cientos de miles de DVD’s que forman una tétrica videoteca que conduce al abismo. Luz y tinieblas que guían tus pasos hacia las garras de un director maldito.

Creo que muchos de vosotros me entendéis, porque habéis estado allí, y habéis sucumbido a los lastres del destino hasta perder el último euro en una película de nombre erróneo y desastre comercial. Ese día salí de la tienda con ‘Las chicas de Copacabana’ entre las manos, y me dirigí hacia el Arco del Triunfo para redimir mis culpas.

Las tapas del DVD eran sugerentes, y bajo cuatro culos prietos leí la siguiente sinopsis: “Juanita, Jean y Hans son tres jóvenes estudiantes que viven juntos en París. La chica, muy sensual y libre de perjuicios, satisface amorosamente a los dos muchachos, que con ella tienen resuelto el problema del sexo. Buscando aventuras, deciden visitar Brasil, lo que para ellos significa el descubrimiento de un insólito mundo de belleza y placeres de todo tipo. Por fin, totalmente satisfechos de haber gozado de la música más rítmica y cautivadora del mundo y contentos por haber descubierto los secretos de alcoba más ocultos, han de recurrir al papi de Hans para que les vaya a buscar porque se han quedado sin blanca. Pero resulta que el padre es un caballero que une a sus millones un temperamento alegre y juvenil, incorporándose a las juergas de todos ellos.”

Para esta película de 1981 Jess Franco buscó a unos actores jóvenes y desconocidos : Michele Hermes, Jerôme Foulon y Leonardo Da Costa, que aparecen como tres mosqueteros proclamando :’todos para uno y Juanita para todos’, con lo cual ya imagináis el desmadre. De cualquier forma Jess no puede evitar incluir en el reparto a Lina Romay, por supuesto, y de paso invita a un ‘grandioso’ actor Víctor Méndez.

Uno de los aspectos más destacables de la película es precisamente que es una comedia sin pretensiones, que no intenta nada, nada de nada, ni divertir, ni explicar, ni narrar, de hecho es solamente un montón de imágenes en diferentes secuencias y con diálogos que seguramente se improvisaron sobre la marcha. Aún hay más, Jess aprovechó las imágenes que un videoaficionado rodó durante sus vacaciones del famoso carnaval de Río, sambódromo incluido, y las insertó a su manera entre sus secuencias de samba y fiesta. Me imagino a Jess en la sala de montaje, junto a Lina, y diciendo:’pues ponemos unos fotogramas aquí… un poco allí… oye Lina, no nos quedan aquellas imágenes del hundimiento del Titanic que utilizamos para Fu Manchú… ves a buscarlas.’

Cualquier otro hubiera vuelto a la tienda a reclamar y poner una denuncia por daños y perjuicios, pero entonces descubres las palabras de Francesco Cesari y te tranquilizas:
‘En el universo multiforme de Jess Franco la búsqueda de la verdad tienen lugar en diversos niveles: desde el más profundo y misterioso de sus películas oníricas hasta el más desvergonzadamente superficial de las comedias, donde el espacio imaginario, roto y reflejado, parece recomponerse a sí mismo para crear una visión ordinaria y ostentosamente banal.’.

Cesari denomina a este tipo de películas de ‘Cine Grado Cero’, porque no hay un punto de vista de la cámara, la cámara no filma la cámara simplemente mira. No se puede definir mejor, así que no me molesto en protestar y me siento en el sillón para ver pasar la tranquila tarde del domingo.

De pronto recuerdo la imagen de unas manos que avanzan sobre un pecho desnudo, suavemente, como una araña en busca de su presa. Unos dedos acarician tiernamente el puntó máximo de las convexidades femeninas, allí donde la primera derivada se anula y los variables se pervierten. Estas imágenes no son de Copacabana, las recuerdo de una película de Jess, pero no sé exactamente cual, es igual, de una forma u otra están en todas.

sábado, 10 de mayo de 2008

Lady Porno




Todas las historias tienen su lógica interna, y todas las películas de Jess son razonablemente ilógicas. Para empezar en esta película de 1976 Jess utiliza el pseudónimo de Tawer Nero, en clara referencia a Julio Pérez Tabernero con el que firma el guión, que como es costumbre no es lo más importante, o quizás la codirección, lo cual no queda claro. De cualquier forma la presentación de los títulos de crédito con las imágenes de una sensual actuación de cabaret, y la aparición del nombre del director entre los pechos desnudos de la protagonista, sí es típicamente franquiana.

Lady Porno cuenta las peripecias de Sylvia, Lina Romay, la artista de cabaret que se desnuda de principio a fin durante todo el film, mostrando su sexo desde todos los ángulos posibles, y ensayando posturas que más tarde mostrará en ‘El Ojete de Lulú’. En este sentido el título podría haber sido más claro, pues el protagonista real de la película es el sexo de la protagonista: ‘Es como un conejito que solo espera una caricia para abrirse a la ternura…. y que ternura’.

Sylvia es invitada a una fiesta por una pareja para participar en una orgía. Después del desmadre sexual del triángulo amoroso, una vez más con Mónica Swing en uno de los vértices, se despierta y encuentra a la pareja asesinada. Cuando intenta escapar es secuestrada por otra extraña pareja que se vuelve loca por desnudarla, violarla y lamerle el sexo, hasta que llega su jefe Janos Radeck, un cojo, feo, y manco que habla un peculiar castellano alemanizado. Este personaje encarnado por Jess es un claro homenaje al Dr. Strangelov, de la célebre película de Stanley Kubrik ‘Teléfono Rojo...¿volamos hacia Moscú?’ , protagonizada por Peter Sellers. De esta película de Stanley Jess también toma su sentido irónico y divertido para narrar su historia de espías y detectives entre delirantes secuestros, violaciones y asesinatos.

En principio Lady Porno muestra las típicas escenas eróticas de las películas de Jess y no se puede catalogar de pornográfica, aunque sea para mayores de 18 años. Las películas porno de Jess se rodaron en la década de los 80, y en los 70 eran de tetas, culos y gemidos de placer, aunque como dice Jess, la frontera de la pornografía sólo es cuestión del tipo de plano que utilizas, y las ‘frankiporno’ son un ‘private’ aparte de todo lo conocido y socorrido por conocer.

Ésta es una película en la que Lina mira a la cámara y explica directamente a los espectadores sus sentimientos y pensamientos, con su lenguaje procaz, picante y mundano. De esta forma Jess juega con la película dentro de la película, como Vermeer pinta un cuadro dentro del cuadro, ambos con la sinceridad del genio creador que sabe que su obra finaliza con la acción del espectador. En este sentido las palabras de Radeck son reveladoras, en una escena donde está telefoneando (¿teléfono rojo?) dice:

‘Soy 008, le llamo para explicar la verdadera muerte de Joe……. odio a todo el mundo … (dejando el acento alemán, mirando a la cámara y quitándose las gafas ) ustedes creen que soy un audaz agente internacional, no sean tontos, mírenme atentamente y se darán cuenta que mi verdadera profesión es la de actor!!!’


La película se resuelve como una ‘road movie’, con todos en movimiento entre persecuciones, disparos y muertes. El espectador se puede morir de risa o quedarse extasiado por las explícitas muestras de carne y sexo, hasta llegar al éxtasis con la escena final, una perturbadora escena en la que Sylvia desvergonzadamente se masturba, y la cámara busca ávida los dedos azotando el clítoris de un depilado sexo. Entonces si descubrimos a Lady Porno, porque en aquella desnuda escena nada es simulado y todo se viste de aquella obscenidad que retrata nuestra realidad de reprimidos deseos, para acabar con un guiño de complicidad y un beso al espectador.